Si
no hubieras regresado, me hubiera perdido en el recuerdo durante el
resto de mi vida. Pero aquí estás, frente a mí, con la comisura de
los labios levantada. Marta está detrás de ti, con la mirada
inquisitiva y la incertidumbre gravada en los ojos. ¿Pero qué más
da? Por fin me siento completa. Tras todos estos meses sin ti me he
dado cuenta que te necesito más de lo que imaginaba. Ahora me falta
el aire, pero al menos puedo respirar de nuevo. Me sigues mirando,
con tus ojos verdes y expresivos.
Dios,
te he echado tanto de menos... En otro mundo, me llenaste de rosas,
miradas, besos y algún que otro “te quiero”. Te dejé, pero
ahora te habrás dado cuenta que lo hice por el bien de todos... Lo
ves, ¿verdad Hugo? Todo cuadra, nosotros estamos predestinados. Al
final, nos hemos encontrado. Hemos cruzado la barrera entre la
conciencia y la inconsciencia. ¿Tiene eso sentido? Vivimos un sueño
mientras estábamos soñando. Deja que siga soñando a tu lado con
los ojos abiertos, viviendo en la realidad.
Estoy
tan sorprendida y emocionada por verte de nuevo que apenas me doy
cuenta del contacto de las espinas de la rosa contra las palmas de
mis manos. No me duele. Eso me demuestra que todo esto es real. Tú
eres real, después de todo...
—¿Os
conocéis de algo?— pregunta Marta, incapaz de reprimir su
hambrienta curiosidad.
Me
miras y entreabres los labios sin voltear. Antes has murmurado las
palabras que empleaste para decirme que te gustaba, y yo te he
contestado. Y después el silencio, y ha llegado Marta. Es tu
hermana, ¿me equivoco? ¡Que tonta! La conocí hace mucho tiempo, la
primera vez que regresé a la realidad. Debería de haberlo
deducido...
—Si.—
contestas tú finalmente, sin apartar tu mirada de la mía.—Nos
conocimos en un sueño.
Durante
unos minutos el silencio reina en el lugar. Seguimos conectados por
nuestras miradas. Abres los brazos y me invitas a que me pierda en
ellos, y me lanzo encima de ti. Me cubres la cabeza con los labios,
beso a beso. Yo pego mi cabeza en tu pecho y lloro de alegría, por
el inesperado reencuentro. Cuando abro los ojos me doy cuenta de que
Marta ya no está aquí. Nos ha dejado solos. Al mirarnos, nos
fundimos en un cálido beso, con los labios ansiosos de contacto y
las manos incapaces de estar quietas. Nos tocamos por todos lados,
asegurándonos de que esto es real. Al cabo de un buen rato te
separas. Aún así mi rostro sigue entre tus manos, obligándome a
que te mire a los ojos. Hermosos ojos verdes.
—Te
prometí que no dejaría que lo nuestro acabara de aquella manera.
Los
ojos se me inundan de nuevo ante tus palabras.
—Y
aquí estás.— murmuro, entre sollozos.
—Si,
aquí estoy. He venido para quedarme.
1 comentari:
Un relato precioso!
Somos del blog Salsa Rosa :) Qué te parece si nos seguimos?
http://salsarosafashion.blogspot.com.es/
Un besote!
Publica un comentari a l'entrada